miércoles, 25 de junio de 2014

Sifilis Venerea

Seguramente, hablando de enfermedades de transmisión sexual con tus amigos, en el colegio, en la universidad, en una charla o en la televisión, habrás escuchado sobre la SÍFILIS. Quizás sumaste ese nombre a la lista de enfermedades asquerosas y desconocidas que deberías buscamos evitar a la hora de tener relaciones sexuales. Ahora bien, ¿sabes qué es la sífilis? ¿Conoces la causa de esta enfermedad? Si la tuvieras, ¿serías capaz de reconocer los signos que deberían hacerte consultar a un médico? Pues bien, si no pudiste responder alguna de las preguntas que te acabamos de plantear, te invitamos a profundizar un poco respecto de esta famosa pero a la vez desconocida enfermedad de transmisión sexual.

¿Qué es la sífilis venérea?


Es una enfermedad sistémica causada por una bacteria llamada Treponema pallidum. Se transmite por contacto sexual directo o de manera congénita, es decir, desde una madre portadora a un recién nacido. Por esta razón, las personas en riesgo son los adolescentes o adultos sexualmente activos y los hijos de madres con enfermedad activa.

¿Cómo reconocerla?




Esta enfermedad tiene una evolución dividida en 3 etapas, cada una con una manifestación clínica distinta. 

En la primera etapa, que se manifiesta 1 a 2 meses luego de la inoculación de la bacteria, aparece el chancro sifilítico inicial que no es más que una lesión que comienza como una pápula y que al erosionarse, termina por convertirse en una úlcera indolora de bordes elevados. Ésta es seguramente la etapa más peligrosa, pues las lesiones que acabamos de describir se curan de manera espontánea, por lo que los pacientes suelen quedar con una sensación de falso alivio y creen que “se les pasó la sífilis”.


La segunda etapa, que se puede presentar varias semanas después, comienza con la determinación de que la bacteria se ha diseminado por todo el cuerpo. En ella, los pacientes presentan un síndrome pseudogripal, caracterizado por dolor de garganta, cefalea o dolor de cabeza, fiebre, mialgia o dolor muscular y/o anorexia. Acompañando estos síntomas poco específicos, aparecen exantemas (lesiones característicamente de color rojo) variables: Maculas, que son manchas rojas planas; Pápulas, que son sólidas, abultadas y pequeñas; Pústulas, que son lesiones inflamadas y llenas de pus, similares a una ampolla.



Finalmente, tenemos la tercera etapa, también llamada Sífilis tardía. Se presenta años después de la inoculación de la bacteria. Es pertinente hacer el alcance de que sólo una pequeña porción de los casos pueden progresar a esta fase.  La inflamación que produce esta enfermedad en esta etapa, es capaz de producir una gran destrucción de casi cualquier órgano o tejido del cuerpo. Es característica de esta fase la aparición del goma sifilítico, que es una masa de tejido edematizado y muerto con apariencia fibrosa.


El hecho de que la sífilis sea considerada una enfermedad de transmisión sexual no limita su alcance a la zona de los genitales, ni en hombres ni en mujeres. Puedes tener contacto con una llaga de sífilis que se encuentre en el pene, la vagina, el ano, la boca o la lengua de la persona con la que estés teniendo sexo, y como se dijo en la explicación de la fase terciaria, puede terminar por afectar cualquier órgano del cuerpo. Se entiende por esta razón, que la transmisión de la enfermedad no se produce sólo por el sexo vaginal, sino también por el oral y el anal. Es importante que no olvides que el contacto sexual directo es sólo una de las vías de transmisión. Si estás embarazada y eres portadora, tu hijo o hija se puede contagiar al momento del parto, por lo que es indispensable que te cuides siempre. En este caso, como podrán deducir, el condón es de ayuda pero en ningún caso elimina por completo el riesgo de contraer la enfermedad. 





Sabiendo todas estas cosas, tienes las herramientas para evitar el contagio de la sífilis, sabes qué es, cómo se contagia y cómo se ve. Ahora está en tus manos tomar la decisión de cuidarte, de cuidar a la persona con la que estás teniendo sexo e incluso cuidar a tu futuro hijo o hija. Basta con procurar ser cuidadosos, fijarnos con quién nos estamos acostando y acudir responsablemente al médico cuando creamos que nos podemos haber contagiado de alguna ETS. En fin, lo más importante es ser responsables con nuestra vida sexual, con nuestra salud y con la de los demás.

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